jueves, 16 de enero de 2014

Carta a un joven peluquero

Primer carta, hecha por un pedido de @co_constanza, la cual quería una "Carta a un joven peluquero". Debo reconocer que sé muy poco de peluquería, por eso tuve que sacar de la galera una charla que escuché en la radio, así que también va mi dedicatoria(?) a @jesicall 

---------------



Gracias por tu última carta, demoré un poco en responder. Disculpame, pero ¡me hacés tantas preguntas! Di vueltas en mi cabeza buscando como responderte. También busqué en las cabezas de mis clientas. Tanto dentro de sus cabezas, como fuera, en su pelo. No encontré respuestas, sino más interrogantes. Como quien abre una puerta esperando encontrar una verdad, una salida, pero lo que encuentra es un gran pasillo, con muchas puertas a cada lado. Y uno tiene que continuar avanzando, eligiendo puertas, sabiendo que es muy difícil volver atrás cuando uno se equivoca. Igual que en el corte de pelo. No podemos preguntarle a nuestras clientas: "¿Así, o más largo?" una vez que uno ya cerró la tijera tres centímetros arriba de lo que uno quería.

Es así, todos los peluqueros nos equivocamos. Disculpá si me llamo a mí mismo peluquero, pero eso es lo que me siento. En mis tiempos, ser peluquero era suficiente. Uno no necesitaba llamarse estilista, ni mucho menos coiffeur. Siento que ser peluquero es algo hermoso, y que no necesita de adornos del lenguaje. Por eso, dejemos a los que necesitan un adorno en su tarjeta, que se llamen como se les de la gana. Volviendo, lo importante cuando uno se equivoca, es saber reconocer el error. O encontrar una justificación adecuada. En muchos de mis mejores cortes, hay errores disimulados con una hermosa explicación estética que terminó convirtiéndose en tendencia, o en moda. Ojo, no hay que abusar de eso, y menos cuando uno está empezando, haciéndose un nombre. Ya te va a llegar a vos también el momento en que cada tijeretazo tuyo sea un acierto, por el sólo hecho de que lo dio tu tijera.

Otra cosa importante que mencionás en tu carta, es el tema de la decisión. ¿Qué hacer cuando una clienta quiere un corte de pelo que sabemos que no le va a quedar bien? Bueno, ese es en gran parte nuestro trabajo como peluqueros, en saber convencer a nuestras clientas para hacer lo que nosotros creemos que va a ser lo mejor. Muchas clientas vienen a la peluquería buscando que ese sea el primer cambio de una nueva etapa en su vida, y quieren pasar de un rubio largo llovido a un morocho corto ondulado. Quieren cambiar su cabeza por fuera para que cambie por dentro. Eso no está mal, pero tenés que saber que lo que hagas con la tijera va a hablar de vos. Que una clienta impulsiva puede enviarte al cielo, o al infierno. El pelo vuelve a crecer, una reputación perdida por un mal corte, no. En muchos casos he accedido a un corte que creía que no iba a quedar bien, ante la insistencia de una buena clienta, y un apremio económico. Nunca tuve buenos resultados con eso.

Lo nuestro, más que un oficio, es un arte. Arte vivo. Arte que se va en la cabeza de otros, pero arte al fin. Somos peluqueros, somos artistas. No tengas nunca miedo a rechazar a un cliente, por bueno que sea, si no lo entiende. Otra opción, que cuando era joven usaba, era el fotografiar a todas mis clientas cuando terminaba el corte. Si alguna me pedía un corte que yo no quería hacer, le avisaba de antemano que no la iba a fotografiar, y que por eso para mí iba a ser como si yo nunca le hubiese cortado el pelo. Por lo general, ese comentario disuadía a las que querían hacerse un corte horroroso.

Me preguntas también cual es el secreto de mi éxito, creo que puedo resumirlo en una sola palabra:

¡Trabajo!

Alguien escribió que el genio es diez por ciento inspiración, noventa de transpiración. Me parece un horror, yo no transpiro cuando trabajo, pero creo que la escencia de la frase es correcta. Trabajar, trabajar y trabajar. Ver muchas revistas. Entrenar el ojo en la estética, que va mucho más allá de un corte de pelo. La estética está en todas partes: En un edificio, en un vestido de seda, en un pavo real, en un teléfono, en todos lados. Hay que saber reconocer esa belleza, y por qué se produce en un lugar y no en otro. Más allá de saber que una cosa es bella, y otra fea, es nuestro deber entrenarnos para saber por qué una cosa es bella, y otra no. Reconociendo esa belleza en otras cosas, vamos a poder llevarlas a nuestro local.

Me despido con una frase que escuché de León Battista Alberti, y que siempre tengo en cuenta a la hora de un corte:

Belleza: el ajuste de todas las partes proporcionalmente a fin de que no se pueda sumar, restar o modificar nada sin que ello afecte a la armonía del conjunto.

¡Hasta pronto!



No hay comentarios:

Publicar un comentario