lunes, 3 de octubre de 2016

Cicatrices

Te acaricio la espalda, despacio, muy despacio, mis dedos suben hasta la nuca, se meten entre el pelo, tocan apenas las orejas, para volver a bajar por la espalda. Secretamente, lo hago para que te duermas. Me gustaría verte dormir, saber que te sentís segura al lado mío. Nunca lo logré antes, no lo voy a lograr ahora. No sé si es falta de confianza, si es miedo a que nos descubran, o qué es, pero lo más cerca que llego es a esto, a escuchar tu respiración volverse más lenta, a que hagas un ruido muy parecido a un ronroneo.

Como si escucharas lo que pienso, te das vuelta para mirarme y sonreís un "no me voy a quedar dormida, dejá de intentarlo". Sonrío yo también, y aprovecho para darte un beso. Te acomodás en mi pecho, como siempre, y sé que estás tratando de escuchar el soplo, pero hoy no me voy a enojar por eso. Calculo que es una forma que tenés de preocuparte por mí. Una forma rara, pero pedirte que seas normal sería un error. 

Te aburrís de no poder escuchar ese ruido, y te pones a acariciarme el brazo. Tus dedos van resbalando por la parte interna del bíceps hasta llegar a esa cicatriz, terrible, cerca del codo. Una esquirla de metralla. Seguís bajando y esquivando todas las marcas, todas las huellas que van haciendo de mi piel un mapa de mi vida. El antebrazo y las manos, siempre más expuestas, tienen cicatrices sobre cicatrices, sobre quemaduras, sobre raspones, sobre golpes, sobre caricias. Imposible avanzar sin tocar alguna de ellas. Conozco el juego, perdiste. 

Llevas las caricias a mi pecho y, para evitar que esa forma tuya de espantar el sueño se vuelva rutina, pongo mi mano sobre la tuya y te obligo a cambiar: te hago pasar por las cicatrices. Me molesta un poco, la piel nunca vuelve a ser la misma, pero tampoco es tan terrible. Te llevo la mano primero a las más grandes, y voy diciendo despacio el lugar, la fecha, quien la hizo. Y pasamos de las cicatrices fuertes, marcadas, que resaltan, a esas más prolijas, de hospital. Sigo recitando lugares, peleas, nombres. 

Tengo que sentarme, nuestros dedos entrelazados van recorriendo las piernas, y todo se pone más confuso. Cicatrices grandes, si, pero que no recuerdo, me hacen dudar. No quiero romper la magia, pero tampoco quiero mentirte. No lo sé. Ese tajo terrible que cruza mi pie, no sé de donde salió. Me mirás, espantada. Tanta guerra, tanta noche, tanto miedo que se vuelve furia, que se vuelve esperanza, que se vuelve amor, que se vuelve soledad,que se vuelve marca en la piel.

"No se vuelve de ciertos lugares sin una cicatriz, pero si hay cicatriz es que uno pudo volver, es que uno sigue vivo"
Lo dije en voz alta, no tendría que haber dicho nada, tu piel sigue siendo suave. No sé por cuanto tiempo más. Ahora los dos tenemos preocupación en los ojos. Vos, de mi pasado. Yo, de tu futuro. Vibra el teléfono, ya estoy tarde. Te doy un último beso antes de salir. Por tu frente cruza una arruga, que es, en cierta manera, cicatriz.

Es bueno. Seguís sintiendo, seguís viva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario